Las tres erres, también en la tecnología

Las tres erres – reducir, reutilizar y reciclar – también se puede utilizar para los productos tecnológicos, como bien demuestra la empresa extremeña La Hormiga Verde, que además emplea a personas con discapacidad reacondicionando ordenadores, portátiles, smartphones y todo tipo de dispositivos electrónicos

Cuando en sostenibilidad se habla de las tres erres se hace referencia a reducir, reutilizar y reciclar, y eso también se puede aplicar a la tecnología.

En ejemplo manifiesto es la actividad de una empresa de Badajoz que ha optado, desde sus comienzos, por la economía circular y la integración de personas con discapacidad, una firma que opera bajo el nombre de la Hormiga Verde.

Ubicada en Villafranca de los Barros la empresa se dedica a la gestión de basura electrónica, logrando que los residuos electrónicos se puedan reutilizar y reciclar.

Un reciclaje al 100%

En la empresa logran reutilizar todo aquel componente tecnológico que llega a sus manos, en una empresa que en un principio contaba solo con un empleado, su actual dueño, que comenzó reciclando cada aparato tecnológico que llegaba a sus manos.

Llegado el 2019, y gracias a un préstamo del banco, logró contratar a 10 empleados y ese mismo año tuvo una facturación de 100.000 euros.

Ahora, casi tres años después, el «ejército» de hormigas verdes asciende a 31 empleados, de los cuales 29 tienen algún tipo de discapacidad y donde el producto de su trabajo es bien apreciado por clientes tanto en España como en diversos países europeos, caso de Holanda.

No ha sido un camino fácil

A pesar de que no abundan empresas como la Hormiga Verde, muchos meses se las ven y las desean para recoger la cantidad suficiente de componentes electrónicos para reciclar.

Si en sus comienzos compraban 1.000 kilos diarios de componentes electrónicos que reciclaban, en estos momentos, la «materia prima» que reciclan triplica esa cifra.

Su principal negocio se basa en el reacondicionamiento de ordenadores, portátiles, móviles y hasta diversos tipos de dispositivos, pero también reparando otro tipo de componentes, como es la reparación de paneles solares.

Pero el afán de hacer negocio con las tres erres los ha llevado a plantearse abrir una nueva línea de negocio: actividades de carpintería plástica, que a partir de residuos plásticos construye equipamiento urbano.

Basura electrónica, un crecimiento exponencial

Precisamente ha sido en el 2019 cuando se ha batido el récord de ese tipo de detritus, llegándose a nivel mundial a recoger 53,6 millones de toneladas en todo el orbe.

Los desechos tecnológicos son especialmente dañinos para el medioambiente si no se recogen ya que muchos de ellos no son biodegradables. Hablamos de componentes como plomo, arsénico o el mercurio.

En el caso de España se produce la paradoja de que siendo uno de los principales países europeos que genera ese tipo de componentes se encuentra en el vagón de cola en cuanto a reciclaje.

En el Estado se produce un millón de toneladas anuales y solo se recicla el 21% de las mismas, lo que supone estar por debajo de la media de la Unión Europea.

En el caso de la Hormiga Verde, la recogida del material electrónico de desecho se logra a través de un circuito propio de puntos verdes donde se recogen ese tipo de enseres de manera gratuita.

Un nicho de actividad económica

El reciclaje de elementos electrónicos es una actividad económica en alza y debido a las pocas empresas que hay en el sector, este vive un momento muy dulce.

Al mismo tiempo, también es un sector en el cual se crea una buena cantidad de empleo, y en el caso de la Hormiga Verde aúna la concienciación medioambiental con la creación de empleo en personas discapacitadas.

En el caso concreto de la Hormiga Verde, el buen momento económico que vive la compañía hace que se planteen seguir creando empleo en los próximos años.

Prácticamente una cooperativa

La filosofía de trabajo en la Hormiga Verde es también algo novedoso, y aunque se trata de una empresa privada, y aunque evidentemente existe una jerarquía, en el día a día no hay grandes diferencias en el trato entre ellos.

Son muchos los trabajadores de la Hormiga Verde que tienen un aliciente diario el hecho de levantase por la mañana para ir a trabajar, y demuestran que la discapacidad no es un impedimento para la inserción laboral.

Tecnología para el reciclaje

En otro orden de cosas, la tecnología, además de para ser reciclada, también se puede utilizar para un mejor reciclaje: en el caso de la empresa tarraconense Plastiks la tecnología que usa es la de la cadena de bloques.

En el caso de esta empresa tarraconense, la cadena de bloques se utiliza para generar la trazabilidad del material plástico y que este vuelva al mercado mediante el uso de los NFT.

Con ello se incentiva a los productores de plásticos a que reciclen y ganen dinero vendiendo los residuos en un Marketplace donde pueden seguir haciendo negocio.

La «aventura» empresarial de esta empresa, del mismo modo que la de la Hormiga Verde se inició en el año 2019, cuando la creación de Nozama, así se llama la empresa, se basó en tres objetivos.

El primero de ellos tenía que ver con la medición y la trazabilidad del CO2 emitido por las empresas a lo largo de sus cadenas de distribución.

Otro de los objetivos fue lograr la trazabilidad en la recuperación de los envases de un solo uso por parte de las empresas que reciclaban su producción plástica.

La última de las metas era, y sigue siendo, convertir todo el acúmulo de datos de los dos objetivos anteriores en información que pueda ser útil a las empresas que reciclan en sus objetivos de marketing.

Todo ello ha sido convertido por Nozama en un software que puede ser utilizado por casi cualquier empresa que recicle el plástico que utiliza en sus productos.

Un espaldarazo

Es el que ha recibido Nozama y otras empresas del sector después de que la Unión Europea haya aprobado una ley que obliga a los productores de plásticos a guardar los datos de producción, distribución reciclaje y recuperación.

Con ello, y seguramente sin saberlo, la Unión Europea ha creado el NFT, que se configura como un derecho digital que puede ser propiedad de la empresa.

En esencia, los kilos de plástico que el productor ha recuperado han sido generados por recicladores.

Estos recicladores venden esos materiales, tributan y la factura que logran es un sinónimo que ese plástico ha sido reciclado, lo que se puede convertir en un NFT, que puede ser vendido en un Marketplace.

Y la trazabilidad que se incorpora a ese NFT se ha logrado con la tecnología de cadena de bloques, que informa porque manos han pasado ese plástico.

Fuente – EL PAÍS / Diari de Tarragona

Imagen – Karl Baron / Mikel Alberdi Uzkudun / Peter Dowley / Jorge Franganillo / Pictures of Money / Zechariah Judy / Linus Bohman / Justin Jensen

Publicado por Gonzalo Sánchez del Pozo

Sobre todo apasionado: de las letras, de los paisajes, de los lugares insondables, de las historias, de los personajes, de las situaciones, de los mares, de las montañas. Nómada, como cantaba Franco Batiatto, "que busca los ángulos de la tranquilidad, en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados, entre los claros oscuros y la monotonía de los días que pasan".

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