
La iniciativa es de la empresa Rooral, que ha creado, en diversos pueblos de la geografía hispana, lugares donde los profesionales – aquellos que muchas veces no necesitan sino un portátil y una conexión de banda ancha para trabajar – pueden retirarse a unos parajes idílicos y llenos de tranquilidad
Con esta pandemia, todo lo que tiene que ver con la tecnología ebulle y al mismo tiempo la necesidad de guardar la distancia social ha hecho que muchos profesionales opten por abandonar las grandes urbes.
Muchos de ellos, sobre todo los que solo necesitan para trabajar solo un portátil y una conexión de banda ancha se pueden permitir el lujo de teletrabajar casi desde cualquier punto de la geografía española, ven la posibilidad como una opción.
Al calor del trabajo «en remoto» ha nacido la asociación Rooral, que habilita espacios laborales en aldeas remotas, dedicándose también al diálogo e intercambio entre profesionales urbanitas y habitantes de la España vaciada.
En Artieda

Se trata de una localidad cercana a los Pirineos, y supone estar en contacto con la naturaleza, ahora que bien entrada la primavera los abejorros zumban entre los cultivos y se puede oír el sonido de las segadoras.
Llegada la hora de la comida y tras la jornada laboral algunos de los profesionales urbanitas interactúan con los lugareños, mientras otros se dedican a elaborar una comida que será comunal y contará con la presencia de los vecinos.
La responsable de este melting pot es la asociación Rooral, que desarrolla lugares de trabajo «en remoto» para profesionales en aldeas dejadas de la mano de dios.
La propuesta de Rooral son dos semanas en acogedoras aldeas, con un precio entre 500 y 1.000 euros, en los cuales y durante dos semanas, además de trabajar, los profesionales urbanitas pueden entrar en contacto con la España vaciada y sus gentes.
Los proyectos no son agua de mayo que duran solo un par de semanas, ya que Rooral lo que busca es crear enclaves donde pueda haber un trasiego constante de profesionales que puedan trabajar «en remoto» desde ellos.
Evaluación previa

Rooral, antes de desplegar su proyecto en un pueblo o en una aldea evalúa una serie de parámetros para determinar si la localidad reúne las características para poder teletrabajar.
Entre los parámetros que evalúa se encuentran si la infraestructura de red es suficiente para poder enviar y recibir ficheros hacer un buen uso de internet, la existencia de espacios de trabajo y demás.
Rooral también juzga el número de plazas disponibles, la acogida que van a tener por parte de los lugareños, y otros temas más especializados como la calidad del aire o la capacidad de planificar estancias a largo plazo.
Con toda esa información Rooral elabora una lista de las localidades que donde pueden desplegar su negocio. Hasta ahora, la selección se compone de Artieda y Camprovín, radicadas en La Rioja, Somiedo (Asturias) y Benabarrá en Málaga.
El Procés como origen último

Rooral la componen dos socios que han trabajado, a lo largo y ancho del mundo en proyectos de economía social, que se vieron sobrepasados con la Barcelona del Procés.
En esos días, los últimos meses de 2019, las calles de Barcelona ardieron literalmente, con protestas diarias que muchas veces se desmandaban dando lugar a batallas campales entre los manifestantes y los antidisturbios.
Eso los llevó a reflexionar del porqué de vivir en ciudades que año a año van aumentando los niveles de estrés que tienen que soportar sus habitantes.
Al mismo tiempo, la gran parte del territorio nacional se está despoblando con una España rural que también, año a año, pierde población a espuertas.
Por último, y como tercera derivada, nos encontramos con que muchos profesionales pueden sacar adelante su trabajo sin necesidad de tener que estar presencialmente su oficina; con un portátil y una conexión de banda ancha suele ser suficiente.
En plena pandemia

Estando en primer confinamiento los dos emprendedores sociales que son el alma de Rooral comenzaron a buscar, por internet y con un portátil – ¿les suena? – pueblos con la suficiente infraestructura de todo tipo para poder teletrabajar.
En los meses posteriores hicieron la primera prueba piloto, en Artieda, donde juntaron a diez personas y más adelante ensayaron en Camprobín una experiencia similar.
Ni que decir tiene que todos los participantes de la experiencia estaban libres de SARS-CoV-2 y antes de hacer el «campamento» pasaron por la perceptiva PCR.
En el caos de Artieda, el pueblo, años antes, había desplegado una infraestructura de telecomunicaciones – fue el proyecto Empenta Artieda – que solventó varias de las necesidades de Rooral.
Por un lado, en Artieda se podía encontrar internet de alta velocidad y por otro se llevaba desarrollando en varios años la iniciativa Envejece en tu pueblo, que dispuso una infraestructura de equipamiento urbano y recursos de todo tipo.
Lo que pretende Envejece en tu pueblo, es que la población añosa, la gran mayoría de los habitantes, se quede en el pueblo y no tengan que emigrar a la ciudad para tener acceso a sanidad o farmacia.
De hecho, el programa no solo ha logrado que la población mayor se quede en Artieda, sino que inclusive el pueblo ha ganado población, y en los últimos meses ha visto como nacían dos bebés.
CEOS, techies y demás profesionales

Es lo que está llegando a los pueblos que gestiona Rooral, y son profesionales, algunos de ellos muy cualificados, que ven como en un entorno idílico, donde además es posible hacer vida comunitaria, pueden desarrollar su trabajo.
Muchas veces, como ya hemos indicado, estos profesionales, solo necesitan un portátil y una conexión de banda ancha para desarrollar su trabajo, e inclusive, como algún CEO de empresa, gestionar acuerdos de financiación de muchos miles de euros.
Inclusive, hay otros que después de la experiencia de Rooral, ha cambiado de sector, desarrollando proyectos de economía circular, y habiéndose definitivamente implantado su empresa en la España Vaciada.
Camaradería y productividad

Inclusive muchos de estos techies han descubierto una camaradería con otros profesionales que se encuentran teletrabajando. Muchos de ellos, aunque solo se conocen de unos pocos días, interaccionan como si tuvieran una amistad de años.
Rooral también gestiona el ocio, ya no todo va a ser trabajar: desde rutas por las montañas circundantes hasta sesiones de yoga o de meditación.
Inclusive su productividad ha mejorado, aunque muchos de ellos pensaban que más que trabajar la estancia en los pueblos que gestiona Rooral iba a ser lo más parecido a un retiro espiritual.
Fuente – EL PAÍS
Imagen – Theo Crazzolara / Jial / C. Juneau / Sergio Uceda / Official U.S. Navy Page / Sylvain Kalache / Startup MENA