
Clubhouse, una aplicación para iPhone, ha sido la última víctima de la censura china. Hasta ahora en dicha aplicación se podía hablar libremente de política china, hasta que el pasado lunes las autoridades chinas la suspendieron
Algo que está al orden del día en la República Popular China, ese país que ha sido bautizado, con razón, como la «dictadura de mercado» por excelencia.
No contentos de tener absolutamente controlada a su población, no en vano tienen los sistemas de reconocimiento facial más desarrollados de todo el mundo, desde hace un tiempo la represión también llega a internet y a las aplicaciones.
Ahora le ha llegado la hora da Clubhouse, una aplicación de mensajes de voz, uno de los pocos «foros» donde los usuarios de dispositivos móviles chinos todavía podían «respirar» con completa libertad.
Bloqueada desde el pasado lunes

Clubhouse es una aplicación de mensajes de voz que hasta ahora había orillado la proverbial tendencia a la censura de las autoridades chinas.
La República Popular China ejerce un férreo control sobre lo que pueden ver sus habitantes en internet y las aplicaciones para dispositivos móviles que pueden utilizar.
Además de tener un proveedor global de internet que gestiona toda la navegación que se realiza en el país, tiene aplicaciones como Facebook, que están directamente censuradas.
Ahora le ha tocado el turno a Clubhouse, que ha sido censurada después de que el pasado fin de semana se organizasen auténticos debates
La materia de ellos son temas prohibidos para la opinión pública china, caso de los campos de reeducación de Xīnjiāng y la relación que mantienen China y Taiwan.
Elon Musk la lleva al estrellato

Musk, el hombre más rico del mundo y propietario, entre otras empresas, de SpaceX o Tesla es una suerte de «rey Midas» que todo lo que toca lo convierte en oro.
La aplicación Clubhouse tiene solo un año, es operativa solo en sistemas operativos iOS, esto es, en los iPhone e iPad, y se ha convertido en una de las aplicaciones más populares después de que se supiese que era utilizada por Musk.
Las autoridades chinas no la tenían en su «radar» hasta que empezó a ser profusamente utilizada por las clases medias y acomodadas que tiene el iPhone como símbolo de su éxito profesional y social.
Además, el acceso a Clubhouse se hace por invitación, y al haberse convertido en un «oscuro objeto de deseo», las invitaciones habían alcanzado el precio de 500 yuanes, lo que vienen a ser 65 euros al cambio.
Se trataba de una de las pocas aplicaciones que no estaban afectados por el cortafuegos gigante que el proveedor de internet chino establece para casi cualquier internauta.
Un espacio de libertad

La principal virtud para el usuario chino de Clubhouse era poder hablar con total libertad de ciertos temas que están vedados en las comunicaciones entre chinos.
Temas tan peliagudos y de los que no es conveniente hablar como las protestas políticas en Hong Kong o la represión de la minoría Uigur en Xīnjiāng.
Sin embargo, intentar hablar de esos y otros temas en Weibo, el Twitter chino o en WeChat es exponerse directamente a una detención y a un largo proceso judicial.
Y también a una condena segura, y posiblemente a una larga condena en un campo de reeducación.
Muchos de los usuarios de Clubhouse hablaban de la tremenda sinceridad que se percibía en las opiniones de los usuarios, seguramente producto de que sabían que no estaban sometidos a la omnipresente censura.
Exiliados Uigures y demás disidentes

Uno de los canales que se habían creado en Clubhouse estaba integrado por miembros de la diáspora uigur y también participada por chinos de la etnia han, la mayoritaria en el país.
Durante días se pudo escuchar todo tipo de opiniones sobre lo que está sucediendo en Xīnjiāng, una de las regiones de país habitada por la etnia uigur, que además son de religión musulmana.
El gobierno chino tuvo conciencia que lo que estaba pasando en la aplicación Clubhouse porque algunos de los integrantes en la conversación contaban, en tiempo real, lo que estaba sucediendo en otras redes sociales.
En Weibo, las etiquetas que tenían que ver con conversaciones que se estaban desarrollando en Clubhouse provocaron hasta 50 millones de comentarios, vertiendo todo tipo de comentarios.
De hecho, comenzaron a aparecer canales en mandarín en los que se debatía cuánto iban a tardar las autoridades chinas en desmantelar Clubhouse para los usuarios de la China continental.
Se hizo viral la pregunta ¿Te han invitado ya a tomar té?, cuando en China «invitarte a tomar té» es cuando los órganos de seguridad o la policía llaman a alguien para interrogarlo o para amonestarlo.
Cuando veas las barbas de tu vecino mojar…

El tema llego a ser vox pópuli y hasta el rotativo Global Times, órgano de expresión del Partido Comunista Chino, hablaba de la aplicación Clubhouse.
En el artículo de opinión se negaba que Clubhouse fuese una ventana abierta a la libertad de expresión, y que en él los debates estaban siempre sesgados y se tendía a eliminar las opiniones a favor del gobierno chino.
Fue a las 19:30, hora de la China continental cuando los usuarios que intentaban acceder a Clubhouse recibían un mensaje de error, informando que el servicio ya no estaba disponible.
Lo peor que podría pasar es que el gobierno chino hubiese accedido a la base de datos de Clubhouse donde están todos los números de teléfono de los que se han conectado, en tanto en cuanto en China cada número de teléfono está ligado a una persona real.
Una muestra más de la falta de libertad que se vive en el país que gobernase Mao Zedong, y donde el desarrollo material y económico no va acompañado de más libertades, sino de todo lo contrario.
La censura se extiende a Hong Kong

Lamentablemente, la censura, tanto entre la población y los medios de comunicación de Hong Kong, también ha llegado a internet.
En las recientes protestas prodemocracia, y con la nueva Ley de Seguridad Nacional en la mano, al gobierno prochino no le ha temblado la mano para «tumbar» internet.
De ese modo, han evitado que la oposición pueda organizar las protestas y que los activistas puedan publicar en internet, y que sean accesibles para todo el orbe, las fotografías de como la policía ha reprimido las protestas.
Fuente – EL PAÍS
Imagen – Luis / Rev Stan / Steve Jurvetson / Jon S. / Ben Paarmann / Thomas Fisher Rare Book Library / Studio Incendo